Lentamente, he comprendido que los gritos de hace años, han conseguido acoplarse al fluir cálido de la sangre. Primero resuenan con el ADN de mis venas y luego se filtran por las células de mi cerebro. Ahora, recorren despacio los momentos de enganche y nutre esos instantes complicados.
Alguien se marcha, y tus recuerdos te llevan al gran vacío de la incomprensión. Resisto meciéndome al compás de una letra de hace años que me ayuda a recuperar la estabilidad de mi mente y de espíritu. Me siento libre de emociones que traicionan el entendimiento y la plenitud de seguir siendo uno de los actores principales de la vida.