miércoles, 19 de noviembre de 2008

El tren de las seis y cuarto

A fuerza de dar paseos en el andén de la estación creo ver un pequeño surco en el cemento. Llevo veintitrés días, por decir algo, de arriba para abajo buscando ese trocito de papel en el que escribí parte de mi vida. He querido recuperarlo pero el operario de la limpieza ha hecho su trabajo de manera impecable y no queda rastro alguno ni de letras ni de frases.

Apuesto entonces por la imaginación pero creo que también ha desaparecido. Observo los pensamientos planeando sobre mi cabeza y aunque intento, sin muchas ganas, capturar alguno, se escapan antes de que pueda masticar su sigificado. El tren de las seis y cuarto hace su entrada en la estación y yo con paso ligero me voy a mi rincón, me siento y simplemente me dedico a mirar.