martes, 30 de septiembre de 2008

Una burbuja de agua

El otro día tenía muchísima sed y no me dio tiempo a sacar un vaso de agua del armario. No sé si fue por las prisas o que pero el caso es que tome la botella por el cuello y me dí un gran sorbo de agua mineral. Todo iba bien hasta que mi pareja me dijo que me había tragado una burbuja que estaba camuflada dentro de la botella.

¿Pues que más dará? - pensé. Pues no dió igual. A los pocos minutos noté como mi estómago se inflaba más de lo normal y empezaba a hacer unos extraños "ruiditos". Todo hubiera quedado en un mal trago pero la burbuja, crecía y crecía dentro de mí hasta que este velo de agua cristalina envolvió por completo mi cuerpo, de los pies a la cabeza. Me pellizqué la cara para asegurarme de que no estaba viviendo un sueño. Era real, lo que me estaba sucediendo era completamente real.

Con el paso de las horas la burbuja había adquirido una textura más densa y menos mal porque para entonces la "gran bola de agua" conmigo dentro inició su ascenso y en cuestión de segundos se topó con el techo de la cocina. Luego se filtro por el cemento y los ladrillos que separan mi piso con el del vecino de arriba. El susto fue tremendo. Alex y Carla, mis vecinos que me conocen desde hace años, no daban crédito a lo que vieron esa tarde. Yo, aún sigo reflexionando sobre lo sucedido ese día. Mis huesos, mi piel y todos mis órganos se diluyeron y se transformaron en H2O, hidrógeno y oxígeno.

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