jueves, 18 de septiembre de 2008

No quedó nada

Estoy casi segura de que con cuatro palabras el mundo y nuestras vidas irían mucho mejor. Si escucháramos más los momentos y nos dejáramos arrastrar por lo que nos gritan "nuestras tripas" sería más sencillo apostar por la vida.

Leer cada letra de un poema, escuchar cada nota de una canción o reconocer la respiración de nuestros vecinos. Sin embargo, no llego a comprender porqué nos enredamos en pensamientos hostiles y poses estudiadas para con-vencer. ¿Con-Vencer a quién? ¿Con-Vencer con qué? ¿Con-Vencer por qué?

El verbo, sin el con, lo dice todo: Vencer. Derrotar o rendir al enemigo. La forma más amable es convencer: Incitar, mover con razones ( las mías o las tuyas, de forma pacífica o violenta) a hacer algo. Yo no quiero. Sólo deseo caminar, pasear, y disfrutar de los tonos de la vida. Cualquier otra acción me lastima y me hiere en lo más oculto de mi alma, si es que la tengo y no la he dejado arrinconada en cualquier instante de mi vida en la que caí demasiado abajo y demasiado deprisa.

Con-vencer, ¿que gano? Nada o todo. Depende del lado del espejo en el que me mire y me coloque.

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