martes, 23 de septiembre de 2008

Símbolos

Nada es lo que parece y lo que parece nada tiene que ver con la realidad. El juego de palabras se las trae pero este fin de semana después de salir de un cine, con horario un poco raro, descubrí parte de la esencia de uno de los personajes más insípidos que se colocó delante de mí. Estaba en la fila 11 y pude apreciar en toda su amplitud su rostro inexpresivo.

Después de los títulos de crédito me dí cuenta de que su papel quizás, digo quizás porque no soy una experta literaria, estaba hecho a conciencia. El actor representaba una vida anulada por las circunstancias históricas, familiares y personales. Un masón rojo, decían en el guión. Yo que vivo en otra época y duermo en el andén de la estación del norte no comprendía la poca gracia y la nula pasión del personaje. No entendía nada.

Sorprendentemente, como si algo o alguien me explicara la esencia de este personaje, me dí cuenta de que no podía ser tratado de otra manera. Era un hombre eliminado, el acoso y el miedo de su "momento histórico" le borró hasta los pensamientos. Anulado y sin capacidad de respuesta alguna respiraba de forma automática porque su corazón se lo pedía. Muerto en vida, un fantasma en su propia casa y en su propio país, un lamento que ya no existe porque le resulta demasiado doloroso llorar.

En un momento de lucidez el personaje se tiró por la ventana.

"Llévame
a la magia del momento
de la gloria
donde los niños del mañana
soñarán
los cambios que vendrán,
llévame
a la magia del momento
de la gloria
donde los sueños
de los niños
cambiarán
a la humanidad"

(Wind of change - Scorpions)


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