martes, 14 de octubre de 2008

Una guerra de bandas

A veces me resulta complicado seguir el curso de los acontecimientos y mis pequeñas historias quedan a merced de una especie de oleaje que sacude la precaria estabilidad en la que estoy sentada. Hoy sin ir más lejos he vuelto a quedar atrapada en medio de una guerra de bandas y de bandos. Los dos comandos piensan que tienen razón y los dos están decididos a combatir hasta que agoten todas las balas.

Para protegerme de los combates me he comprado un casco porque en cuanto me descuido me caen encima algunas de las piedras que se lanzan sin consideración. Sin embargo ha sido interpretando este papel de observador - mediador cuando me he dado cuenta de lo testarudos y burros que nos ponemos los humanos.

Quizás sea porque al representar el papel de villanos no tenemos porque escuchar a nuestros enemigos, quizás sea porque podemos proyectar sin complejos todas nuestras frustaciones cotidianas en los demás o quizás simplemente sea porque en el fondo no somos tan buenas personas. Queremos ser el ombligo del mundo, queremos que los demás nos amen y adoren las veinticuatro horas del día. Puede que no sepamos hablar con el corazón o puede que tengamos únicamente miedo.

La sensación que me queda tras la batalla es que estamos luchando por mantener una pequeña parcela de egocentrismo y de poder. Necesitamos canalizar nuestras miserias contra alguien o contra algo y en el camino dejamos arrinconados los buenos momentos que hemos pasado con los que hoy son nuestros enemigos.

No hay comentarios: